La leyenda de Santa Bárbara
La santa patrona de los cañoneros y artilleros
Santa Bárbara nació en el año 218 DC, en Nicomedia, una ciudad del
noreste de Asia Menor.
Su padre, un romano llamado Dioscouro fue un tirano.
Durante una ausencia de su hogar, la niña abraza la enseñanza
cristiana. A su regreso, Dioscouro ordenó la construcción de una nueva
casa para su linda hija Bárbara, en la que ella debería recibir a sus
pretendientes.
Para simbolizar sus creencias, ella indujo a los arquitectos para que
pusieran tres ventanas en el dormitorio tipificando a la Trinidad, en
lugar de las dos ventanas que había ordenado el padre.
Cuando Dioscouro descubrió la tercera ventana y la cuestionó, su hija
Bárbara admitió que se había convertido al Cristianismo. No solo
insistió en su adhesión a la nueva religión cristiana, sino que
rechazó al pretendiente que había sido elegido por su padre para ser
su esposo.
Ella fue juzgada, encontrada culpable y sentenciada a ser ejecutada. Dioscouro
llamo al prefecto y le dijo: "Dadme una espada; ella morirá por mis
propias manos". Y así, Bárbara murió a manos de su propio padre.
Pero, mientras aun mantenía la espada en alto, cayo un rayo sobre la
espada sostenida por su padre, consumiéndolo y quemándolo por completo
hasta convertirlo en cenizas. Debido a que el rayo que cayó, pareció
ser una revancha por la muerte de Bárbara, ella se convirtió
legendariamente en la protectora contra los rayos y los truenos.
Los artilleros de todo el mundo sin distinción
de la nacionalidad bajo cuya bandera prestan servicios y a través de
las centurias, han reclamado a Bárbara como su Santa Patrona.
Por ello el lugar donde se guardaba la pólvora en los barcos y en los
fuertes o cuarteles a través de los tiempos se denominó y se denomina
actualmente Santa Bárbara.
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