Un
chiste de insectos: La cucaracha
La próxima vez que vea una cucaracha, piénselo dos veces!
Hace como 200 años, un beduino que transitaba por un desierto
al que conocía como la palma de su mano, bajo el ardiente sol vio
algo moverse lentamente sobre la arena.
Detuvo su camello, y se bajó a ver que era lo que llamaba su
atención. Descubrió que sólo se trataba de una cucaracha que
intentaba desesperadamente llegar hasta la sombra de una piedra para
protegerse del infernal calor.
Tanta molestia me he tomado por una mísera cucaracha, pensó.
Su primera intención fue pisarla y seguir su camino, pero cuando
dirigía su pié hacia la cucaracha con tal fin, un pensamiento divino
cruzo por su mente:
Si Alá quiso que yo advirtiera en este inmenso desierto a este
miserable e insignificante ser, será alguna señal que hoy no puedo
entender.
Entonces, en lugar de aplastar la cucaracha, se agachó, extrajo de
entre sus ropas su cimitarra, y con la filosa hoja la levanto
suavemente y la colocó a la sombra de la piedra que la cucaracha
pugnaba por alcanzar.
La cucaracha, lejos de entender qué había pasado, corrió asustada y
se escondió bajo la piedra. El beduino guardó su arma, miró hacia el
ardiente sol, subió a su camello y se marchó.
La cucaracha permaneció escondida varias horas. Todavía sentía miedo
de esa monstruosa aparición que había, según su primitivo
pensamiento, tratado de matarla.
Cuando el sol estaba cerca del horizonte, muy lentamente comenzó a
salir de debajo de la piedra. Miraba muy atentamente a su alrededor,
buscando a esa figura enorme que la había asustado tanto.
Tan atenta estaba buscando en el horizonte al beduino, que ni
siquiera se dio cuenta cuando la iguana que estaba sobre la
piedra se abalanzó sobre ella y se la comió.
La iguana se sintió contenta de haber comido algo aunque fuera muy
pequeño en ese día. En el desierto escaseaba el alimento y todo lo
que se encontraba para comer era bienvenido. Se recostó sobre la
piedra para hacer la digestión, más por costumbre que por necesidad.
Lentamente cerró sus ojos y entró en un letargo placentero.
Así estaba, cuando las garras de un halcón se clavaron en su
cuerpo, y mientras trataba de escapar de su captar, veía como el
suelo se alejaba debajo de ella. Poco a poco fue perdiendo la
conciencia.
El halcón completó su carnívoro ritual, y batiendo las alas en forma
triunfal saboreó hasta el último bocado de su presa. Luego, levantó
vuelo en busca de otra nueva víctima.
Recostado en una palmera, Abdul pensó que había sido muy
afortunado en hallar el oasis, pero que si no encontraba algo para
comer, no tendría fuerzas suficientes para cruzar el último tramo
del desierto que lo separaba de su pueblo.
Le pidió a Alá que lo ayudara a llegar a su casa, donde sus padres
lo esperaban ansiosos. Además su prometida lo estaba esperando para
formar un hogar.
Estaba en medio de su ruego cuando la figura de un ave pasó
lentamente sobre él, volando en círculos. Tomó su arma, apuntó y
disparó. El halcón no llegó a entender que era ese lacerante dolor
en su pecho. Sólo se dio cuenta que algo había pasado tras el
estruendo y que caía sin remedio.
Abdul recogió su presa, hizo un fuego y la cocinó. Comió todo lo que
pudo, y al anochecer emprendió la aventura de tratar de llegar a su
pueblo.
Luego de dos días interminables llegó a su casa. Se abrazó a sus
padres y salió corriendo al encuentro de su amada. La abrazó
largamente, como se abrazan aquellos que han corrido el peligro de
no verse más.
Se amaron en la oscuridad, se mimaron y desde ese día nunca más se
separaron hasta el fin de sus días.
En el medio, tuvieron tres hijos varones y dos hermosas hijas
mujeres, que les llenaron la vejez con las travesuras de los nietos.
Esta historia tiene un final feliz. Si esperabas otra cosa es porque
las costumbres modernas hacen que las buenas noticias no sean
noticia, y que las historias felices pasen desapercibidas.
Ah! Casi me olvido: La descendencia de Abdul
fue muy prolífica y exitosa.
Tanto que un tataranieto suyo, llamado .......... , llegó a ser
presidente de un lejano país del continente sudamericano.
MORALEJA: La próxima vez que veas una cucaracha, PISALA!!!
NR: En la línea de puntos, coloque
el nombre del Presidente de su agrado.
¡Pocos se salvan!
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