Cómo nos vigilan las cookies
El rastreo cibertético es omnipresente
Por Oscar Colom
Qué
es una cokie
En términos de informática, un cookie no es más que un simple fichero de
texto. Pero se trata de un fichero muy especial, que está instalado en
algunos (muchos) servidores usados por las páginas y sitios y que pasa
inadvertido para quien navega pero que entabla un silencioso diálogo
electrónico con su navegador.
Así, "Cookie" detecta cada visita a los sites alimentados por su
servidor y asigna a cada navegante un código de identificación que queda
almacenado en el fichero.
Si es un visitante nuevo, el expediente virtual comenzará a acumular
información sobre él. Si ya lo tiene identificado, el código se activará
y seguirá ingresando datos sobre el visitante, corrigiéndolos y
aumentándolos a medida de que éste navegue. Y el proceso se repetirá
cada vez que la persona visite la página.
¿Qué información recoge y almacena una "Cookie"?
Depende de cada uno
pero básicamente toma nota de qué páginas visitó el internauta "XXNN",
qué enlaces abrió, cuánto tiempo pasó en cada uno de ellos, cuánto
tiempo permaneció on-line, qué páginas bajó, qué software usó durante el
proceso, si tuvo dificultades para navegar, su grado de idoneidad en el
manejo de la Red, etc.
Con esa información, "Cookie" comenzará a armar un detallado mapa
personal del internauta de turno: sus gustos, sus hábitos, su perfil
consumidor, su potencial como cliente, sus conocimientos, sus
debilidades, etc. En síntesis, la herramienta de marketing personal
perfecta y un gran negocio para los creadores y proveedores de cookies,
una tecnología muy usada por los sites en forma directa o a través del
software de los anunciantes que adquieren sus banners. Estos a su vez
usan los cookies como sistema personal de reaseguro para contabilizar
las visitas al site y chequear el rédito de su inversión publicitaria.
Pero la información obtenida por "Cookie" - sin consentimiento ni
conocimiento del navegante - puede ser ampliada ... y de hecho lo es.
Cada vez que se llena un formulario para suscribirse a una publicación
electrónica o para hacer una compra on-line, la información se amplía y
el sistema acopla los datos personales - nombre, dirección, teléfono,
e-mail, número de tarjeta de crédito, etc. - al perfil anónimo archivado
bajo un número.
A partir de allí, la información deja de corresponder a un anónimo
código de identidad y un simple cruce de datos (por ejemplo, la
verificación del crédito disponible en su tarjeta) aporta información
sobre la persona que crece en forma geométrica.
"XXNN" pasa a ser Fulanito de Tal, 38 años, administrativo de un
laboratorio de especialidades veterinarias, 3 tarjetas con un crédito
aceptable, cliente de 2 bancos con un buen registro de cumplimiento de
obligaciones, vive en un 3 ambientes en un barrio de buen perfil, le
falta menos de 1 año para terminar de pagar el préstamo hipotecario, no
tiene hijos ni seguro de vida pero sí tiene miedo de quedarse pelado
porque en el último año visitó 16 veces páginas en las que se habla
sobre la recuperación del cabello.
Además le gustan las carreras de autos, está pensando en viajar al
Caribe el próximo verano - en los últimos meses hizo 6 visitas a
portales turísticos y abrió los links caribeños otras tantas veces - y
es un poco voyeur o al menos se hace los ratones porque este fin de
semana pasó 1 hora 23 minutos 48 segundos recorriendo los links de
obsession.com, el browser de pornografía hardcore holandesa ...
Eso sí, no usó su tarjeta para bajar los contenidos de las páginas que
más le gustaron porque tiene miedo de poner sus datos en la Red sin
protección ... o de que su esposa (bancaria, 35 años, gasta mucho en
zapatos y la probabilidad de que sea la instigadora del viaje al Caribe
es de 78,41%) se entere.
Las cookies y la pérdida de privacidad
Las consecuencias más simples de esta metodología no se hacen esperar.
De repente, el buzón electrónico de Fulanito de Tal se ve atosigado de
información no solicitada - catálogos, ofertas, boletines, etc. - y el
pobre hombre no entiende nada. Como si no fuera suficiente con la
publicidad que entra como torrente imparable (igual que las facturas)
por debajo de la puerta y los mensajes de personas que no conoce que
saturan su contestador, ahora lo invaden a través de la Red!
En cuanto a las consecuencias más graves - la pérdida definitiva de la
privacidad, la sensación de ser observados, estudiados, discutidos y
analizados por "consultores", "expertos" y demás etc. -, la pesadilla
orwelliana combinada con la metamorfosis kafkiana parece a su lado un
simple juego de niños.
Hace rato que sabemos que nuestros datos están en manos de terceros (y
cuartos y quintos), que estos los usan para sus propios fines y ganan
dinero con ellos. Lo sabemos y, aunque no nos guste, lo aceptamos a
regañadientes. Pero de ahí a saber que existen ojos ocultos y
omnipresentes que nos vigilan desde el espacio cibernético hay una gran
diferencia ... especialmente si tenemos en cuenta que la Red nació como
sinónimo de libertad y que buena parte de dicha libertad radica en el
anonimato.
Ahora nos enfrentamos a la triste realidad de que nuestras huellas
electrónicas pueden ser (y son) seguidas por sabuesos cibernéticos que,
aunque no se parecen a los perros mecánicos de la novela de Ray Bradbury,
tienen un olfato muy agudo para detectar nuestras debilidades.
El tema de la invasión de la privacidad y
manipulación de los datos personales con fines comerciales requiere la
urgente atención de todos los sectores.
Los usuarios deben tomar conciencia de que su vida y comportamiento
están siendo estudiados del mismo modo que son estudiados los hábitos de
los animales. Los dueños de los recursos invasivos deben entender que
los límites son tan necesarios como la información y que el
avasallamiento de los derechos de los usuarios pueden terminar por
volverse en su contra.
Y las autoridades tienen que entender que el vertiginoso desarrollo de
la innovación tecnológica requiere de su atención antes de que se
convierta en sinónimo de desenfreno y el ciberespacio pase de ser la
tierra de todos a ser otra tierra de nadie...
Oscar Colom es especialista en negocios en Internet.